Las revistas y blogs para empresarios y profesionales suelen estar llenas de recetas mágicas para innovar, pero usualmente lo interpretan como «maneras de hacer lo mismo pero de manera más tecnológica». Por ejemplo, reclutemos recursos humanos leyendo las redes sociales de los candidatos, o creemos una app, o pongamos un carrito de compra, o hagamos un evento y que el registro sea online.
La verdad es que muchas de esas ideas son «innovadoras» si omites que hay mercados en que estas se han venido haciendo desde hace años. Las empresas locales en Nicaragua rara vez innovan, sino más bien que «catch-up» a lo que se viene haciendo generalmente para cada situación.
Eso no es necesariamente malo, pues no siempre es necesario reinventar la rueda, sino hacer más ruedas para hacer que las cosas funcionen mejor. En mi criterio una empresa no ha «innovado» realmente hasta que lo ponga por escrito y pueda registrarlo como una patente, proyecto en git hub, o al menos realmente explicarlo en un ebook sin necesidad de un twist de relaciones públicas que lo haga ver como la segunda bajada de Prometeo.
Ahora, «innovar» (actualizar y mejorar lo que ya hacemos) puede ser logrado simplemente por intentar ideas nuevas, o nuevas maneras de hacer las cosas. En una lluvia de ideas seguro habrán decenas de fantásticas ideas, pero básicamente no vas a poder hacerlas todas por mucha buena fe e intenciones tengas al proponerlas. Tendrás que priorizar.
Empresas con capacidades industriales pueden «innovar» (experimentar con procesos que mejoren resultados, rendimientos, o retornos) por sus dimensiones. Una empresa pequeña no tendrá la escala para medir la innovación al mismo nivel de una industrial, pero eso no debería ser una barrera. Quizás la empresa pequeña no pueda inventar la rueda, pero eso no le prohíbe probar nuevas ruedas ya hechas.
Claro está que las llantas no las regalan en la esquina, pero esos caminos no se van a recorrer solos con las mismas llantas de siempre para siempre.
Deja una respuesta