En las investigaciones posteriores al incendio en la Torre Grenfell en Inglaterra se descubrio que el consejo del distrito de Kensington y Chelsea tenía reservas acumuladas de 274 millones de libras esterlinas, pero que en la Torre Grenfell no se uso material anti-inflamatorio, que pudo ser comprado por una inversión de apenas 5000 libras esterlinas. En el incendio se perdieron 72 vidas y la destrucción completa de un edificio de 24 pisos, todo producto de negligencia acumulada por años.

En el incendio del Museo de Historia de Brasil se perdio una institución de 200 años de antiguedad, 20 millones de piezas, una colección de 450 mil libros. Esta colección incluía la momia más antigua del continente americano, la colección de arte egipcio más importante de América Latina, y obras de arte nativo de todo el país. El museo apenas recibia un presupuesto anual de 100,000 reales de Brasil, y apenas el 1% de las colecciones estaban de muestra al público.
En el incendio de la Reserva Indio Maiz se perdieron más de 6300 hectareas de bosques protegidos. El incendio empezó en una zona de invasión de colonos, quienes usan técnicas de despale y trabajo en el suelo basadas en la tala y la quema, y eso no es de hoy.
Esta selva, sin embargo, se enfrenta desde hace más de una década a la invasión de pobladores que arrasan sus tierras para plantar pasto para el ganado –en un país donde la industria ganadera cuenta con más de seis millones de animales–, explotar las maderas preciosas y la caza ilegal de animales exóticos. Datos de agrupaciones ambientalistas muestran que desde 2010 y hasta 2014 se había perdido más de 2.378 hectáreas de bosque tropical.
Indio Maiz tiene años de sufrir invasiones y robo de tierras, a pesar de las denuncias de los pueblos comunitarios. Era un incendio esperando a suceder.
Los incendios no suceden porque sí.
No son accidentes, son consecuencias.
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