Amazon, el gigante del comercio electrónico, tiene una guerra comercial contra casas editoriales en Estados Unidos. El punto del debate es que Amazon considera que el precio de venta de los libros electrónicos es carísimo. Amazon expone, con razón, que los e-books no generan costos de impresión, inventario, distribución. Son prácticamente de ganancia pura más allá de la división de comisiones entre editores, autores e impuestos que apliquen.

Amazon es obviamente una empresa con fines de lucro, y da números para probar que un e-book más barato en realidad da más ingresos. Pero en uno de los primeros parrafos exponen que la principal razón para tener un libro electrónico barato no es tan sólo la cantidad de ingresos, sino la relevancia del formato mismo del objeto llamado «libro».

Cada día más la gente deja de consumir libros no sólo por el valor económico de adquirirlos, sino porque ahora muchas otras formas de adquirir cultura, conocimiento, formación, o entretenimiento.

Una tableta promedio puede ver videos en Youtube, descargar juegos, visitar mapas interactivos sobre el esqueleto humano o la superficie de la luna, leer miles de libros descargados en PDF, ePub, u otros formatos, tomar cursos online gratuitos o de paga (vos y tu cursito de inglés online) ver películas en Netflix, o consumir tiempo con los suyos a través de la red social o servicios de mensajería favoritos.

No existe un Apocalipsis cultural porque estemos leyendo menos papel. Existe un Apocalipsis cultural porque editores de periódicos y libros siguen fijados en el fetiche del papel impreso.

Las empresas que imprimen papel deben reinventar sus procesos internos, reasignar prioridades a futuras inversiones.

En mi próxima entrega hablaremos sobre los nuevos formatos para distribución de libros, y posteriormente formatos de periodismo para los tiempos que suceden.