El zeitgeist presente en el Mobile World Congress es la de conectar todo. Todo objeto que sea eléctrico puede ser conectado a internet para sincronizarlo con otros electrodomésticos. Y si no es eléctrico, dotarlo de suficientes sensores para que transmita lo que sucede en su entorno.

Esta idea no es ciencia ficción; todos los productos presentados en Barcelona son productos comercialmente disponibles hoy en día, o en prototipo funcional pero esperando el mercado suficiente para escalar producción.

La competencia por crear el siguiente smartphone ya fue superada por la carrera por conectar todo los demás, sea vehículos, espejos, patrones en el ritmo cardíaco de una persona, o de poblaciones enteras.

Uno de los stands era de una empresa que fábrica superficies táctiles. Uno de sus prototipos era una pieza de plástico transparente con la forma de una hoja ondulada. Una pequeña pantalla al lado mostraba que, al poner uno, dos, tres o cuatro dedos encima, el pequeño pedazo de plástico podía leer cuantos dedos estaba usando y que punto exactamente estaba tocando. Imagine un juguete de baterías en unos años en una esquina de mi sala siguiendo la presión y tacto de los dedos de mis hijas. Un juguete eléctrico y sensorial.