El Apocalipsis Smartphone; como las Redes Sociales chocaran contra el Internet de las Cosas

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El fin de las redes sociales

Facebook parece haber ganado la batalla por la «red social» tradicional, la red en que tienes a toros tus contactos, desde tus hijos hasta tus compañeros de trabajo, de tus ex-compañeros de la promoción a las páginas de fans de tus artistas, medios de comunicación, y empresas de servicio de todo tipo. Lo que parecía una batalla ganada de pronto se convirtió en una carrera por no quedarse atrás de la siguiente ola: las apps de chat.

La matriz o mapa de las comunicaciones online, tomado de Stratechery, se lee de norte a sur siguiendo el eje de publicaciones permanentes a efímeras, y de este a oeste de medios simétricos (1 a 1) a asimétricos (1 a muchos). Facebook, por ejemplo, archiva todas las publicaciones que hacemos bajo la base que estamos entre amigos o contactos reconocidos mutuamente. Twitter no tiene el concepto de amigos, y no tiene la idea de archivo que debes leer completo; lees lo que está en vivo en el momento. En el centro hay un nuevo cuadrante del espacio público y privado, o apps de mensajería. En ese espacio privado (comunicaciones entre grupos de personas afines entre sí) viven Whatsapp, Line, Kakao, Skype, Facebook Messenger, Snapchat, y ahora Instagram Direct y los DM mejorados de Twitter. En Estados Unidos ya se ha visto la tendencia del mayor uso de Whatsapp sobre el SMS, mientras que Line y WeChat son las apps de moda en Asia.

Todas estas apps tienen un costo al usuario sumamente inferior, pues permiten compartir mensajes de texto, imagen, video, mapas, calcomanías y hasta juegos directamente con las personas que quieres chatear exclusivamente, desde aplicaciones que llevas en tu smartphone en todo momento, desde cualquier lugar.

Aunque Twitter y Facebook tienen versiones web, la tendencia es dar experiencia totalmente móviles, en todo momento, en todo lugar, sin entrar en la web, ni la mensajería SMS, hacer llamadas sin pasar por el operador de telefonía sino por wifi o planes de datos.

33Tomemos este ejemplo de Kik, que tiene una función de «tarjetas» exclusivas a su servicio. La banda pop One Direction público tarjetas para vender uno de sus discos con un enlace hacia iTunes Store. Al comprar siguiendo el enlace, Kik desbloqueaba contenido exclusivo para los fans dentro del servicio de «chat».

Line ofrece canales oficiales a marcas para distribuir contenido, tales como los stickers oficiales del Real Madrid o FC Barcelona. Los fans suscritos desde esta app de «chat» reciben además noticias, resultados en vivo, y más.

La última actualización de Twitter pide permisos para leer tus SMS, envía fotos por mensajes directos, y próximamente te enviara notificaciones basadas en donde estas o de que tema del momento o programa de tv hablando tus amigos.

Foursquare y Google Now, con sus respectivas bases de datos llenas de información que les damos gratis, ahora nos ofrecen recomendaciones basadas en nuestros gustos, preferencias y costumbres.

No hace falta decir que Google Now y Foursquare no son apps para «chat», pero todas las apps listadas tienen a mano la misma información: donde estamos, con quienes interactuamos, de que hablamos, y todos los patrones que van con ello.

Toda estos servicios pelean por nuestra atención: cada segundo en Line es un segundo menos en Facebook, o en Foursquare, o en Whatsapp; y mientras más tiempo estemos en sus apps más contenido nos podrán vender («compra este disco») o recomendar por cortesía de sus anunciantes («visita este restaurante»)

El objetivo de estas apps es maximizar su tiempo de uso, y en el proceso buscan adueñarse primero de todas las funciones del smartphone (llamadas, contactos, geolocalización, mensajes, fotografías), aprender todo lo que puedan de nosotros, y en el proceso matar al SMS, las llamadas por redes telefónicas tradicionales, a la red social tradicional, y por último matar al smartphone mismo.

El fin de los smartphones

El teléfono celular de hoy en día siempre está al alcance de la mano, esta asociado a un número identificador único, nos ayuda a llamar, a enviar mensajes (SMS o whatsapp), y más importante aún: sabe donde estamos. Si no fuera así no podría recibir llamadas, ni mensajes, o datos. Es parte de su esencia.

Las redes sociales y otros servicios utilizarán la red de personas con que interactuamos y nuestra ubicación para mostrarnos contenido relevante, contextual. La ubicación, por el momento, esta asociada a donde este nuestro teléfono, y ya hay empresas preparandse para crear esas experiencias.

Apple creo iBeacons, pequeños transmisores Bluetooth que pueden enviar contenido y notificaciones cuando estas dentro de su periferia, como recomendar ofertas. Phillips provee luces que reconocen cuando llegas a casa y realizan acciones programadas. Es lo que un investigador llama «botones invisibles«.

Al entrar el smartphone en uno de estos espacios predefinidos, es posible programar prácticamente cualquier cosa. Carteles digitales con promociones dirigidas, recordar la agenda del día al llegar a la oficina, encender el aire acondicionado, abrir puertas, encender luces, enviar alertas por mal clima o vuelos atrasados, medir la contaminación por cigarro, etc.

Muchos ya usan de estas funciones en los smartphones de hoy, pero si movemos el chip del smartphone a una tarjeta de crédito, eliminamos la pantalla y únicamente interactuamos con terminales de compra, un par de anteojos a lo Google Glass conectados por Bluetooth a la tarjeta, o al vehículo, o a cualquier otro aparato, el smartphone simplemente perderá sentido más que para mostrar contenido a terceros o ver video o fotos en cualquier momento.

In a world where all things are connected, new services will act as sensors making narratives and “way-finders” for customers to map and navigate the emerging landscape. Brand stories will be constructed and experienced through services in ways we’re only just beginning to sense.

Las redes sociales que mencionamos en la primera parte de este texto estarán enviando contenido contextual en los dispositivos que tengamos a mano. Será un entorno conectado a nuestra red social, diseñado para predecir lo que queremos en todo momento y proveerlo. Aún cuando toda esa info puede ser usada para investigarnos porque sabrán a que bus nos subimos, o con quien estábamos hablando.

Todo esto estará sucediendo dentro de nubes privadas, controladas por sus respectivas corporaciones. Estándares de la industria como los SMS, llamadas sobre redes telefónicas o correos electrónicos darán paso a estándares privativos. Las video llamadas de Skype sólo se pueden recibir en Skype. Los stickers de Line dentro de Line. Un video de Vine no se ve en Instagram. Un mensaje grupal de Whatsapp no es visible en Facebook.

In other words, the internet of things will replace the internet, but not by giving us another way to explicitly tell computers what we want. Instead, by sensing our actions, the internet-connected devices around us will react automatically, and their representations in the cloud will be updated accordingly. In some ways, interacting with computers in the future could be more about telling them what not to do—at least until they’re smart enough to realize that we are modifying our daily routine.

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Todo bien hasta que la red de las cosas se haga consciente de sí misma y empiece a tornar sus propias decisiones.

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